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miércoles, 27 de octubre de 2010

TIEMPO DE DETERNERSE Y PENSAR EN EL PERU (PARTE 3)



GESTION PUBLICA
JESUS JIMENEZ LABAN

Hablábamos en el análisis anterior acerca de la importancia de trazar políticas adecuadas a la nueva realidad para asegurar la sincronización entre el Estado y la economía del conocimiento, siguiendo similares principios a la gerencia privada, tener acceso a la modernización dentro de un estándar global, la digitalización de los procesos como elemento fundamental de una reforma del Estado, la igualdad de oportunidades en la sociedad en su conjunto.

Del mismo modo, respecto de operar una reforma profunda en el aparato burocrático –que tiene gente muy capacitada pero prisionera de los procedimientos legales- y una acción de modernización del Estado teniendo como suprema preocupación el bien común para no quedar a la zaga en esta  nueva era de la prisa y de la inmediatez en la que impone un cambio continuo mediante un liderazgo público transformador.

En efecto, existen personas muy capacitadas y entrenadas en la Administración Pública –algo que no debemos ocultar ni negar- pero en medio de un montón de chatarra (leyes obsoletas, procesos, procedimientos –exigibilidad de requisitos innecesarios-) que hacen casi imposible el éxito de cualquier liderazgo transformador dentro de un sistema lento, inexpugnable y frondoso, aun cuando estos funcionarios son dotados de autoridad y poder para administrar, normar y sancionar un conglomerado de instituciones en los diferentes ejes del poder nacional, regional y local.

De este modo, los servidores públicos son prisioneros de los procedimientos –cómo firmar el papel, dónde poner el sello, qué cosa ingresar por mesa de partes y todo de manera manual, a la usanza de la Colonia y del Virreinato. De alguna manera, esto puede explicar la lentitud, la inercia de reposo y las elevadas barreras para tomar decisiones ante problemas graves, importantes urgentes, tales como terremotos, las licitaciones y concesiones en medio de una crisis financiera o en asistencia de salud, seguridad y educación. Siendo así, estamos frente a un cuerpo inerte en la sala de emergencia, cuadro en el que no se requiere de un solo cirujano sino de una junta de médicos que suministren los remedios adecuados no con el poder de una antalgina sino como la efectividad de un antibiótico.

Se trata, pues. de rescatar al Estado de una desesperante situación de postración e inmovilismo –porque su tejido jurídico se mantiene con ideas del siglo pasado- y relanzar o reconstruir todo el sistema hacia una economía de conocimiento en la era post industrial, que usa los códigos a partir de internet, uno de los tres generadores de riqueza en la historia de la humanidad, junto con el arado y la cadena de montaje en la era industrial.

Solo entonces podremos seguir las recomendaciones de Francis Fujuyama, lo cual significa migrar de un estado del tercer mundo hacia una economía del primer mundo, tal como se debatió hace poco en la Conferencia Peru rumbo al Primer Mundo de los Negocios Internacionales, auspiciado por la Cámara de Comercio de Lima (CCL).

En realidad, no interesa tanto cómo lo hagamos –con movimiento transversal, de arriba abajo. abajo hacia arriba) sino cuándo empezamos. Cualquier iniciativa no podría pasar el pensamiento sistémico (liderazgo, visión, recurso humano, presupuesto, cronograma, procesos, tecnologías, lanzamiento etc.) para poner a todos al mismo ritmo y velocidad algo que significa disminuir la inequidad, aliviar la pobreza, generar igualdad de oportunidades, mejorar la calidad de vida, asegurando el bienestar general.

Naturalmente, ninguna política –sea pública o privada- tendrá éxito por la vía de la autarquía, la imposición, el grito y la presión, se trata de saber comunicar la importancia del paso del Estado hacia una economía del conocimiento, lograr que los operadores políticos, económicos y sociales, discutan, asimilen, capten y acepten y socialicen el mensaje y asuman el compromiso de implementar y operar el cambio - previo empoderamiento, en función de la visión, misión, metas y objetivos de un nuevo Peru de cara al Bicentenario de su Independencia (1821-2021).

Todo esto podría suponer poner al centro del problema la necesidad de educación, acceso a la información, orientación al usuario, gestión de calidad y simplificación de trámites, Así sea.

TIEMPO DE DETENERSE Y PENSAR EN EL PERU (PARTE 2)

GESTION PUBLICA
JESUS JIMENEZ LABAN

Para asumir y responder con visión, solvencia y responsabilidad social los retos del siglo XXI, resulta crucial reformar y modernizar el Estado peruano. Esto supone un hercúleo trabajo y esfuerzo por introducir al Perú en su conjunto a la economía del conocimiento. Y es, precisamente, lo que no se está haciendo, por ausencia de un liderazgo social que ponga en movimiento al país en camino hacia una moderna y creíble modernidad al servicio de las mayorías.

Obviamente, cuando hablo de reforma del Estado (transformación total adecuada a una nueva realidad) no me refiero a un fenómeno similar a la descentralización del año 2002 que amplió la noción del Estado como unitario, representativo y descentralizado. Tampoco estamos hablando de una modernización del Estado, (conjunto de procesos y acciones adecuados a una mejora), tal como se ha hecho hasta ahora, un conjunto de parches que no ha tenido ningún efecto en el tránsito de sus estructuras hacia una economía del primer mundo.

Vale recordar, en la historia económica se ha defendido la existencia de un estado robusto para auspiciar las políticas industriales, idea que está en desuso desde hace mucho tiempo. La realidad quiso que se implemente en el país el Consenso de Washington –como en muchos otros países- lo cual significó una corriente de privatizaciones, concesiones, responsabilidad fiscal, menor endeudamiento y profundización de la democracia dentro de un estado de derecho, entre otros puntos. Los cambios casi siempre se han dado en función de los ciclos económicos.

En esta nueva era de la prisa y de la inmediatez, se requiere un estado moderno, global, ágil, ahorrativo y transparente con acceso a información y en alianza estratégica con otros Estados –como podría ser con Bolivia, Chile, Brasil, Ecuador y muchos otros del mundo vía acuerdos de promoción comerciales (TLC) – en procesos de integración regionales, hemisféricos y mundiales para aumentar la oferta exportable, conseguir crecimiento, desarrollo con calidad de vida de las naciones.

En realidad, vivimos tiempos en los cuales los organismos internacionales, los documentos de trabajo y las mentes más lúcidas ponen el acento en la equidad social, el desarrollo humano y la modernización a través de infraestructura de telecomunicaciones, los rieles de la globalización, un fenómeno eminentemente financiero. Como prueba de lo antes dicho puedo presentar aportes desde el PNUD con su último “Informe sobre desarrollo humano”, pasando por “La Hora de la Igualdad, brechas por cerrar y caminos por abrir” (CEPAL 2010), el “Replanteamiento dela Función del Estado” del Banco Mundial hasta “Las Políticas de Empleo” de Peter Diamond, Dale Monrtensen, Christopher Pissarides que comparten el Premio Nobel de Economía 2010.

Palabras más, palabras menos, todos hablan de lo mismo: la pobreza, el empleo y las formas de modernizar y digitalizar las estructuras de los Estados, asegurar el bienestar social para conjurar los peligros del atraso, la violencia y el estancamiento y la corrupción.

Entonces, los cirujanos del Estado peruano tendrán –más temprano que tarde- hundir el bisturí en el corazón del problema: qué hacer con la burocracia. Por supuesto, estas reflexiones no pretenden hacer una crítica ácida contra los empleados públicos, sino más bien de aportar algunos elementos para hacer una prospectiva de cómo solucionar el problema recogiendo las ideas y propuestas de muchos. Hay quienes dicen, insisto, por ejemplo, que cuesta menos construir una nueva que recomponer la antigua (continuará).