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domingo, 1 de febrero de 2009

LA QUIEBRA



PARA LECTURA PORTATIL
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Jesus Jimenez Laban
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En tiempos como éstos, abundan los problemas financieros y crediticios que por su complejidad nos paralizan hasta reaccionar a última hora cuando no hay nada que hacer, aunque en un inicio se pensara de buena fe en la solución.
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Problemas como éstos se resuelven entre varias cabezas para encontrar una salida, pero hay que hablar con claridad ante una situación, en esencia, de desequilibrio patrimonial.[1]
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Pese al apego del fundador a su empresa, lo cierto es que cuando ésta ya no funciona, lo mejor es liquidarla, después de cumplir con las acreencias. Por eso se ha dicho que es de sabios saber entrar y saber salir de un negocio en el momento preciso, independientemente de los mecanismos concursales que existen para alargar o recuperar la vida de la empresa en resguardo de sus acreedores.
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Lo peor que puede hacer un empresario por desesperación es fugar, esconder los libros o no dejar apoderado para que las empresas sigan honrando sus obligaciones. Por lo demás, un acreedor, un fiscal o el propio dueño del negocio puede solicitar al juez la quiebra. Por supuesto, para un empresario es dramático quebrar, pero más trágico resulta complicarse penalmente. Lo que hace dolorosa una quiebra son las consecuencias que se derivan de esa decisión radical. Es la muerte civil del fallido (el quebrado). Los efectos de la quiebra en un empresario son los mismos que un interdicto porque no puede volver a formar nunca más una empresa, integrar un directorio, ser gerente, girar o cobrar cheques a su nombre o emitir recibo por honorarios. Por lo general, una persona quiebra después de un largo periodo de insolvencia, presupuesto para la calificación judicial de la quiebra. El quebrado es todo deudor –sea o no comerciante- tal como lo recoge la doctrina universal (Alemania, Austria, Estados Unidos, Checoslovaquia, Commonwealth Británico, China, Japón, Suecia etc.) [2]
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Son dos situaciones por las que pasa un comerciante o industrial. Primero, una situación de iliquidez (o insuficiencia porque hay mas pasivos que activos) en la que no puede cumplir, pero sigue gozando de confianza y de crédito. Segundo, insolvencia, que como acabamos de ver, es la incapacidad para salvar obligaciones a su vencimiento porque no hay regularidad en los pagos.
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Muchos confunden quiebra con insolvencia. Sin embargo, son conceptos distintos. Mientras la quiebra es la situación jurídica de cese de pagos y de imposibilidad de cumplir con las obligaciones declarada por un juez (juicio de quiebras), la insolvencia es la impotencia crónica de un deudor cuando no cumple regularmente con sus obligaciones. Es insolvente –como aclara Salvatore Satta- “aquel que para hacer sus pagos, recurre a prestamos ruinosos o vende sus bienes, aunque llegue a acallar a los deudores de mas próximo vencimiento o más apremiantes”.
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Habiendo hecho esta aclaración, es fácil decir que no toda quiebra es delito. Como dice Pedro Flores Polo “la declaratoria de quiebra, en sí, no es justiciable penalmente, sino una condición de punibilidad: la quiebra en sí no es delito. Otras veces son las consecuencias de la quiebra las que tipifican como delito. Las deudas del quebrado –siguiendo a Flores Polo- no integran el presupuesto del delito, sino las consecuencias de la comisión de una infracción tipificada.
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Hay quiebra fortuita. Esto es lo que le ocurre a un comerciante, industrial o empresario cuando ve que su empresa está caminando, pero tiene que ser declarada en quiebra por una situación fortuita, inesperada, sorpresiva, en la que no existe culpa, dolo ni acción negligente del deudor.
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Sin embargo, puede darse la situación en que la persona no se resigna a quebrar. A sabiendas que va a cerrar dentro de seis meses, se endeuda en los bancos, recibe en consignación mercancías para revenderlas a menor precio de venta y hasta firma contratos con personas insolventes para provocar una liquidación forzada de la organización y evadir dolosamente a los acreedores. Esta una quiebra culpable en la que el fallido pese a su situación de insolvencia crónica, toma medidas irresponsables, irreflexivas y ruinosas.
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Hay otro tipo de quiebra en la que se esconde premeditada, fraudulenta y dolosamente la realidad de los libros contables, existen activos, ingresos o salidas de dinero sin sustento, compras de bienes de cualquier clase en nombre de terceras personas,[3] pero deliberadamente no se declaran con el propósito de eliminar toda posibilidad a los acreedores de una recuperación de sus activos o dinero o resarcimiento. Es, como apunta el penalista Luis Lamas Puccio, una situación en la que la persona que es solvente no quiere pagar y oculta sus bienes para que el acreedor no pueda satisfacer su crédito.
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Son estas dos últimas las tipificadas como delitos. Sin embargo, un juez no abre proceso si encuentra incumplida una situación de perseguibilidad, lo cual no lo obliga a pronunciarse sobre el fondo; o puede pronunciarse sobre el fondo si no encuentra una condición objetiva de punibilidad. Hay, ciertamente, mil recursos maliciosos de los deudores en los que se enreda esta figura en desmedro del bien jurídico protegido que es- como apunta Lamas Puccio- el derecho de los acreedores para ver satisfechos sus créditos.
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De manera que no es cuestión de formar una empresa y abandonarla a su suerte cuando las cosas van mal. Hay un escudo temporal –que es el procedimiento concursal- para proteger a los acreedores, el mecanismo de la liquidación para pagar las deudas y la quiebra –judicialmente declarada como último recurso- cuando llueven los embargos y no hay de dónde ni cuándo pagar. ¡Cuidado! Asesórese para no cometer errores.
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[1] LUIS LAMAS PUCCIO, Derecho Penal Económico, pag. 162
[2] PEDRO FLORES POLO, Derecho Penal de Quiebras, pag. 232
[3] JUAN RAMIREZ GIRONDA, FILOSOFIA Y CIENCIA DEL DERECHO, pag. 241

TLC DE PERU CON ESTADOS UNIDOS, ¿POR QUE ES CONVENIENTE?


TLC DE PERU CON ESTADOS UNIDOS.
Jesus Jimenez Laban
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Existen poderosas razones para que tanto Peru como los Estados Unidos de América estén entusiasmados y esperanzados en el futuro, a la luz del Acuerdo de Promoción Comercial entre ambas partes, más comúnmente llamado TLC PERU-EEUU.
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No se trata de una anexión del Perú al país del norte, la conversión del país en una colonia, un beneficio exclusivo para inversionistas y un puñado de exportadores o una pérdida de la soberanía alimentaria ni mucho menos, como quiso perversamente la oposición más radical al proyectar el Tratado.
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Se trata de un acuerdo bien negociado, con alto contenido profesional que nos permite pasar de una realidad de aislamiento entre murallas aduaneras al libre comercio, con enormes ventajas competitivas y comparativas respecto de nuestros países vecinos. Es posible que dentro de poco Ecuador, Bolivia, Colombia e incluso Chile se unan a Peru para aumentar la oferta exportable y obtener así beneficios. Con el logro adicional de nuestra economía del ansiado grado de inversión, esto puede significar en el mediano plazo–siguiendo a Bloomberg- un intercambio comercial del orden de los US$ 9 mil millones.
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Un punto fundamental es que este instrumento jurídico allana el camino para traer bienes de capital, ensanchar las espaldas de nuestra industria y con ello generar valor agregando en nuestras exportaciones. ¿Será un proceso largo? Sí. ¿Seguiremos en un comienzo siendo un país primario con mayor volumen de materia prima? Sí. Pero lo importante es estamos dando un paso de gigantesco hacia la generación de valor agregado para mejorar nuestros precios internacionales de exportación. [1]
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Desde este momento, las puertas del país se abren a más bancos, más inversiones, más tecnologías de información, más compras públicas y privadas. Y, cómo no, viene en camino una lluvia de millones alrededor de factores tales como la agricultura, las patentes biológicas, la propiedad intelectual, las marcas, las franquicias y la propiedad industrial, entre otros.
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Al igual que la ministra, consideramos que un primer efecto de las bondades de este tratado será, por ejemplo, la rebaja en los precios de algunos alimentos, electrodomésticos, autos y vehículos de transporte pesado para el comercio interregional.
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No es cierto que este nuevo marco jurídico para las exportaciones entre Estados Unidos y Peru acabe con nuestra agricultura. Existe un mecanismo de compensaciones para los productos sensibles –trigo, maíz, arroz, algodón, lácteos, carne, oleaginosas, cebada y papa, contemplando plazo de adecuación a esta nueva realidad entre 10 y 17 años. Queda en la facultad discrecional de los propietarios de la tierra sustituir sus cultivos actuales por otros más rentables, de mayor oferta exportable y con mercado asegurado.
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Somos un país con cerca de 30 millones de habitantes, en tanto que Estados Unidos de América es un gigantesco mercado con 250 millones de consumidores y de insospechadas oportunidades. Cada Estado equivale a una potencia de la Unión Europea, de manera que los negocios son en grande. Sólo Montana le compra oro al Peru mas que todo China; Nueva York tiene un movimiento comercial en joyas de oro, prendas de vestir, aleaciones de estaño y alcachofas, más de lo que Perú le vende a Alemania y Florida, puerta de entrada a los Estados Unidos, le compra al Peru más que al Brasil.
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De lo expuesto podemos colegir que lo que viene es un entrenamiento feroz de nuestro empresariado –si es que no ha empezado ya-. Dicho en apretada síntesis, tenemos un Tratado de Libre Comercio ratificado por ambos Estados, implementado, es decir, reglamentado por el Congreso –en materia aduanera, laboral, medioambiental etc.- para exportador nuestros bienes y servicios con arancel “0”, vale decir, sin pagar impuestos.
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Seguramente que todos hemos seguido una lógica de pasos que van desde la definición de las fortalezas del negocio, investigación del cliente objetivo, detalle de la cartera de compradores y proveedores, ofrecimiento de los beneficios de nuestros productos y servicios, elección del local y tecnologías de información. ¿Qué nos falta ahora? Promover la asociatividad entre las universidades y la empresa privada para la puesta en operación de nuevos centros de investigación y desarrollo, operar con fundamento empresarial la gestión del conocimiento, reducir la burocracia y los trámites innecesarios y mejorar los procesos para armar un plan de mejora continua [2]. El futuro no está en camino, el futuro ya está aquí.
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[1] JESUS JIMENEZ LABAN, El Control del Futuro, 2008
[2] MAURICIO NORIEGA, Impulsar un negocio, Centro de Desarrollo Emprendedor ESAN, 2008

SOLO UNA BALA DE PLATA

MAS VALE PREVENIR
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Jesus Jimenez Laban
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El sueño ideal en toda familia es dar educación a los hijos, llegar a acceder a una vivienda, tener carro a la puerta y hacer turismo. Con el boom de créditos hipotecarios, la vivienda fue el sueño hecho realidad en millones de estadounidenses, pero nadie sospechaba que detrás de esa burbuja hipotecaria había irresponsabilidad de los bancos y poco control de los supervisores que olvidaron los acuerdos de Basilea I, que recomendaba en 1998 el capital mínimo contra riesgos bancarios y Basilea II, creado en 2004 para proteger a las entidades frente a los riesgos financieros y operativos.
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Alguien dijo en Davos, el foro económico de los más poderosos del planeta, que estamos como estamos por culpa de la expansión irresponsable del crédito. Por ello, la reflexión profunda de personalidades de la talla de Gordon Brown y Ángela Merkel, tuvo que ver con más regulaciones y menos proteccionismo,[1] bases preparatorias de la nueva arquitectura financiera mundial que no se concretó en la ciudad suiza, pero que tal vez tome cuerpo en la cita cumbre que sostendrá en Abril el Presidente de Estados Unidos Barack Obama con el G-20, el grupo de países más desarrollados del mundo.
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Todos los ojos están puestos en el paquete de estímulo que se implementa en Estados Unidos, potencia que basa el 70% de su PBI en el consumo con alto endeudamiento externo y que se prepara a financiar con bonos el paquete de estímulo de más US$ 800 mil millones.[2] Si hay algo que le reprocha el mundo a Estados Unidos –como dijeron China y Rusia en Davos- es que estamos como estamos porque la crisis empezó en el sistema financiero occidental, fenómeno que ha contagiado a la Unión Europea con consecuencias para China, India –que hasta hace poco se veían como las economías salvadoras- y, tal vez, para Japón y Rusia sin contar la grave recesión que se viene para los países de América Latina, entre ellos Argentina, Brasil y México.
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Es difícil hacer pronósticos en la región porque el escenario cambia cada semana, pero la tendencia es que los efectos de la crisis no serán parejos en la región. Unos se ven más vulnerables que otros, pero en todos los países recorre el fantasma del desempleo, la suspensión de proyectos de construcción, la paralización de las inversiones por los directorios y los efectos del rompimiento de la cadena de pagos en el mundo que vuelven restrictivos a los bancos, a pesar de que se encuentran sanos. Si no hay créditos, los proyectos no caminan. Si los bancos de afuera no cumplen con el pago de las cartas de crédito, los exportadores sufren las consecuencias porque no podrán honrar sus compromisos en sus líneas de créditos y son castigados con una nueva calificación crediticia.
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La crisis externa se ve venir al Perú con efectos más fuertes desde Julio de este año. En cierto modo, tendrán efectos negativos la caída de las remesas –cosa que complica los créditos hipotecarios domésticos-, la caída de los precios de los minerales –bajón del canon y despido de 5 mil mineros entre Diciembre y Enero de este año son los primeros síntomas- y el congelamiento de las inversiones por la crisis de iliquidez que azota al mundo. Todo esto es como una cadena, cuyo último eslabón es el trabajador que es echado a la calle –y con ello el doloroso costo social de familias enteras- por crisis económica de la empresa, baja productividad en su sector, salvo excepcionales mecanismos de re-enganche, de reconversión laboral o aumento de número de horas de trabajo por el mismo sueldo, hasta completar las 48 horas semanales. De ahí la importancia de generar obra publica para amortiguar el declive del empleo.
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La situación del Perú es opuesta al mundo. En efecto, mientras el mundo cae en picada, el Perú sigue en pie con energía y alimentos relativamente baratos, una economía sin activos tóxicos, buen nivel de reservas, bajo endeudamiento público, superávit fiscal, balanza comercial positiva y un robusto 9 por ciento de crecimiento en el 2008, pero eso no nos libera del impacto de la crisis externa que –dependiendo de su peso y su proporción- puede empujar a un déficit comercial –los exportadores están previendo una caída de US$ 5 mil millones-[3], un crecimiento de 6 por ciento –que es bastante- y aumento de deuda externa, si es que usamos los recursos de la banca multilateral –Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y Corporación Andina de Fomento- [4]para sofocar la crisis en caso que el blindaje de 10 mil millones de soles no sea suficiente.
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El problema del país, es el reto del peruano. Como nadie sabe cuánto durará la crisis, hay que guardar pan para mayo. Es necesario reducir los costos de las importaciones y priorizar el gasto social.[5] Es posible que el fondeo de las empresas no sea el convencional y que aprendamos, como en la publicidad de guerrilla, a estirar el dinero, siendo creativos e innovadores. Tenemos sólo una bala de plata para matar al tigre; si gatillamos antes de tiempo, caeremos en los brazos de la fiera. ¡Cuidado!
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[1] DAVOS, Annual Meeting 2009, Suiza
[2] FELIPE ORTIZ DE ZEVALLOS, declaraciones sobre Crisis Económica en Estados Unidos, 2009
[3] CARLOS AMAT Y LEON, tesis sobre Anatomía de la Crisis en Perú, 2009.
[4] MIGUEL INSULZA, América Latina después de Davos. 2009
[5] ELMER CUBA, declaraciones sobre las Perspectivas Económicas para Perú, 2009

EL NUEVO CLIMA DE INVERSIONES DESPUES DE DAVOS



EL NUEVO CLIMA
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Jesus Jimenez Laban
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El pesimismo, la prisa y la ansiedad por una pronta solución a la crisis se apoderaron del clima de los inversionistas en el Foro Económico Mundial que tuvo lugar a fines de Enero en la comuna alpina suiza Davos, encuentro mundial en el que también se reunieron líderes de América Latina, entre ellos José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA y los presidentes de Colombia, México y Guyana.
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En medio de ajetreos y carreras entre el foro y los hoteles, esta vez los grandes protagonistas no fueron los banqueros, sino los políticos y los reguladores. Pese a los esfuerzo, hay quienes dicen que Davos ya no es lo que era, una hoja de ruta financiera para el mundo. Davos –corrige George Soros- siempre fue un lugar de debate de ideas y no de soluciones.
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Sin embargo, desde las nevadas cumbres suizas surgió un mandato para la comunidad internacional: mantener el comercio global. Hacer lo contrario –pudieron colegir sus participantes- iría contra la globalización –fenómeno eminentemente financiero- y con consecuencias desastrosas para la economía mundial. El camino –dijeron de manera tajante Inglaterra, Japón y Alemania- no están en la desglobalización ni en el proteccionismo.[1]
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Dentro de este contexto se espera una reunión de ministros antes de la cumbre del G-20, que tendrá lugar en Londres en Abril de este año para llegar a un acuerdo sobre la Ronda de Doha para la liberalización del comercio, negociaciones que se encuentran estancadas desde el pasado julio en temas cruciales como el comercio agrícola e industrial. Se esperan entendimientos definitivos para ser después presentados a los 153 países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC).[2]
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En las deliberaciones no estuvieron ausentes las críticas de China –por boca de Wen Jiabao- contra el sistema financiero occidental –en alusión a Estados Unidos- a lo que se sumó Rusia –en la voz de Vladimir Putin- y Gordon Brown por Reino Unido, su viejo aliado.
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Sin embargo, se notó preocupación e inquietud entre los países emergentes por un par de cosas. De un lado, en la eventualidad de un proteccionismo, serían estos países los primeros en ver disminuidas sus inversiones. Y, de otro lado, ante la emisión de bonos para financiar el paquete de estimulo por más de US$ 800 mil millones, hay quienes sostienen que esto podría precipitar una sequía de inversiones en dichas economías emergentes. Vale recordar –como lo apunta Times- los prestamos ascendieron en 2007 a US$ 1000 billones, pero podría caer este año a US$ 150 billones.
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De una u otra forma, se quería entusiasmo en Davos, pero no lo hubo, salvo excepciones tales como Imax Corp. que seguirá adelante con sus producciones Star Trek y Harry Potter, la UNICEF y Melinda Gates con sus inversiones en educación, o las ONGs en su lucha por la democracia y los derechos humanos.[3] Para aguar la fiesta, el Fondo Monetario Internacional (FMI) bajo su pronóstico de 2 por ciento a 0.5 por ciento el crecimiento mundial para este año y 6.7 por ciento el crecimiento para China. Sin embargo, Goldman Sachs, uno de los grupos de inversión más grandes del mundo, cree que el crecimiento global será de 0.3 y que China alcanzara 6 por ciento.
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Pese al proteccionismo, la recesión de 1929 duró más de 10 años, esta crisis puede tomar 20 años para su recuperación total, según analistas de Davos. De manera que frente a la pregunta ¿y ahora qué hago?, Davos se quedó mudo, sin respuesta a una nueva arquitectura financiera mundial. Los políticos y los estadistas parecen tener la palabra.
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[1] DAVID SMITH, Davos can´t pump up this deflating world economy, Times On Line, febrero 2009 DAVOS
[2] DORIS LEUTHARD ministra federal suiza de economía, Foro Economico de Davos.
[3] DIGEST; World Economic Forum Highlights, 2009