TARJETA ROJA AL LUJO

TARJETA ROJA AL LUJO
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Cualquier supermercado de Estados Unidos presenta el mismo cuadro. La gente siente la carestía en los medicamentos y los alimentos. Unos piden que los laboratorios y el gobierno hagan algo a favor de los más necesitados, en tanto otros programan sus compras en los mercados, se vuelven selectivos, usan bonos de descuento, prefieren los productos frescos, buscan las ofertas y los remates de los remanentes.

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Este comportamiento es entendible debido a la disparada de los precios de los alimentos. El arroz y el aceite costaban hace un año 2 dólares, ahora han trepado a 12 dólares. Por eso, como en los países en vías de desarrollo en tiempos de crisis, las familias reducen costos consumiendo menos agua, luz y llevando la diversión a casa (televisión por cable en lugar de cine). Otras acuden a la olla común, la preparación de comidas en casa para llevar a la oficina y evitar consumo en restaurantes.

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Es muy difícil predecir el panorama en esta crisis financiera. Pero no es difícil para algunos estrategas alertar que lo peor está por llegar a América Latina.
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Es cuestión de ingeniárselas. Quizás las experiencias de sobrevivencia de muchos latinos en Estados Unidos sirvan mañana como brújula orientadora sobre lo que hay que hacer en casos de emergencia económica.
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Una pareja se dedicaba a hacer tatuajes sólo a latinos, pero por la necesidad del mercado el servicio se ha extendido a americanos. Los clientes americanos y latinos representan ventas 50/50.
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Esta crisis es oportunidad. Así, quienes tienen liquidez pueden comprar acciones para asegurar su vejez. Los que tienen dinero puede optar por un crédito hipotecario. No pocos podrán beneficiarse del ahorro de la renta si en algún momento, por pérdida de empleo, no puede seguir pagando la hipoteca.