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sábado, 23 de octubre de 2010

CRISIS FINANCIERA

LOS PRIMEROS ESTRAGOS DE LA CRISIS
JESUS JIMENEZ LABAN

Cuando el gobierno recorta un derecho laboral en un país europeo como Francia, los sindicatos hacen cuestión de estado.   Esto es lo que está pasando en el país galo cuando los gremios protestan en contra de Nicolás Sarkozy por la iniciativa de ley a la que dio luz verde la cámara diputados en setiembre y que recién aprueba el senado para atrasar la edad de jubilación de 60 a 62 años entre quienes hicieron regularmente sus aportes y de 65 a 67 años entre aquellos que tienen incompletos sus contribuciones.

En efecto, en uno y otro caso dos años parece una nimiedad y hasta desproporcionada la reacción  de los protestantes o manifestantes, esta vez trabajadores y estudiantes.   Pero la protesta en sí no es por la edad para recibir una pensión.   La cosa parece ser un retroceso laboral, que podría significar el inicio de una reversión de los derechos constitucionales y al mismo tiempo una clarinada de alerta para otros países que forman parte de la Unión Europea.

Es a todas luces la alerta temprana de que empieza a cuestionarse -incluso en sectores socialdemócratas-  el estado de bienestar –Welfare State- ese paraíso social que vive casi todo el Viejo Mundo con sueldos decentes, gratificaciones, horas extras, largas semanas de vacaciones, becas en el extranjero y pensiones jugosas, entre otros incentivos laborales.  

Pero al mismo tiempo es un claro mensaje de que la crisis financiera corroe las estructuras sociales y empuja a los gobiernos a ajustarse el cinturón para mantener alejados los problemas del déficit fiscal (los tiempos aconsejan no gastar más de lo que se gana), endeudamiento (controlar los impulsos populistas) y una espiral inflacionaria (que se evita con reducción de gasto público) , fenómeno que se puede complicar con el resurgimiento de proteccionismos si es que las economías de los países industrializados no saben manejar sus problemas cambiarios, de apreciación o depreciación de monedas.   

La inminente aprobación de medidas de expansión por la Reserva Federal de Estados Unidos -prevista para el 3 de noviembre- y la pesadilla de una burbuja financiera -a partir de bonos, hipotecas y bolsas- es lo que quita el sueño a los mercados, sobre todo desde que Japón y China no están dispuestos a escuchar los mandatos de la próxima reunión del G20 que se reúne en unas semanas en Singapur.  
 
Como en tiempos de globalización somos un mundo interdependiente, no es de extrañar que lo que pasa en Estados Unidos se sienta en Asia y lo que ocurre en esa región repercuta en la Unión Europea.  Y América Latina en su conjunto no es la excepción aunque temporalmente se ha convertido en el refugio de capitales que pueden apreciar las monedas locales en desmedro de las exportaciones.   Aunque no hay una receta única Perú y Chile no aplica controles, a diferencia de Brasil y Colombia que no tienen las misma solidez fiscal que los primeros..  

Entonces con una desaceleración económica en marcha es obvio que la demanda se contraiga, fenómeno que puede afectar los precios del petróleo.   La Organización de Países Exportadores de Petróleo OPEP –que Irán luego de ceder Ecuador la presidencia pro tempore, se siente cómoda con una cotización de 70 a 80 dólares el barril.  Sin embargo, algunos países como Irán, Ecuador y Venezuela, se sienten tentados de aumentar los precios del crudo para cubrir sus brechas fiscales, según varios analistas.  Sea como fuere, según varias opiniones, Arabia Saudita -dueña de una produccion diaria de 12 millones de barriles- juega un rol importante.    

Aún es temprano para hacer pronósticos.  Sin embargo, todo es interdependiente en tiempos de globalización.  Si uno se agripa, otros estornudan.   La cosa no es para reir.  Habrá que ver. 

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