JESUS JIMENEZ LABAN
Definitivamente, es todo un caso. La filtración de documentos secretos a través de “Wikileaks” ha puesto al mundo al desnudo. La difusión de 250.000 informes diplomáticos clasificados (11.000 secretos, según TIME) marca, en cierto modo, una línea divisoria, existiendo un antes y un después en la historia del periodismo. Y es que el caso está envuelto en candela. Lo cables revelan historias, opiniones y hechos que amenazan con nuevos destapes financieros, remecen los cimientos de la religión y pueden alterar la geopolítica mundial si es que esto no ha empezado ya.
De hecho, para bien o para mal los “cablegates” –que es como llaman algunos a este flujo informativo- ha puesto al descubierto temas sensibles que fueron de conocimiento de las misiones diplomáticos y reportados a Washington en cada país donde operaron tal como se ve, por citar algunos casos, en la política atómica de Irán y Corea y la actitud sinuosa de sus aliados, el armamentismo de Venezuela y el apoyo de Rusia y la actuación del narcotráfico en varios países de América Latina.
Sea como fuere, en el foco está el tema de la libertad de expresión, columna vertebral de la Democracia. Hay quienes se han preguntado un par de cosas que inquietan: ¿Es periodismo el que hace Wikileaks? ¿Es periodista su director? En realidad, casi nadie duda de la existencia de Wikileaks como un medio de comunicación. Por donde se le mire, éste hace ejercicio de las libertades de información, de prensa, libertad de expresión y de opinión. Si es un medio de comunicación entonces es también periodista quien lo dirige usando los mismos principios de poder difundir hechos y opiniones teniendo en la información una fuente.
Aunque no existe documentación abundante sobre el proceso o procesos judiciales en camino, muchos se preguntan cómo se podría juzgar al periodista Julián Assange, fundador de Wikileaks y hombre del año elegido por los lectores de TIME, después de difundir este cóctel explosivo de información, a juzgar por sus consecuencias políticas, religiosas y empresariales. Sin embargo, en consulta entre editores y corresponsales del medio -segun Reuters-se optó por Mark Elliot Zuckerberg como el hombre del año por su aporte a las redes sociales al cambiar no solo la tecnologia sino introducir una nueva ingenieria. Por el momento, se dijo que el cargo mayor sería espionaje al amparo de la Ley de Espionaje de 1917 que en su articulado estipularía que “la posesión no autorizada de información relacionada con la seguridad nacional” sería delito si la publica o la conserva cuando el gobierno ha exigido su devolución. El problema sería que esta norma es anterior a la Primera Enmienda –aprobada por la Corte Suprema de los Estados Unidos- que tiene que ver con ciertos límites a la libertad de expresión.
Como se sabe, la detención de Assange por las autoridades británicas no ha tenido como causal el supuesto espionaje. Fue recluido bajo los cargos de supuestos delitos sexuales contra dos jóvenes en Suecia, algo que no tiene nada que ver con el escándalo Wikileaks sino con un asunto de condones y de celos, según publicaciones que hace rebotar la prensa que se reclama seria e independiente.
En pocos días, por decreto del juez británico Howard Liddle, ha logrado su libertad bajo fianza de 240 mil libras esterlinas, unos 290 mil euros, beneficio que se le concede a Assange bajo la condición de llevar un brazalete electrónico de control y de entregar su pasaporte a la policía. La Fiscalía, en representación de Suecia, apelará la decisión de la Corte de Magistrados de Westminster.
Ahora bien, puede decirse que el juicio criminal está pendiente. Aun así, el Fiscal General Eric Holder reconoce ante el Washington Post que hay vacíos en la ley, pero parece ser que Julián Assange será procesado de una manera y u otra. Jeffrey Smith, antiguo consejero de la CIA, citado por la misma fuente, mostró su seguridad de que Justica encontraría la manera de procesarlo. Pero, ¿de qué se le puede acusar a Assange? Para los juristas internacionales no es muy fácil soltar un cargo de espionaje teniendo en cuenta la Primera Enmienda sobre Libertad de Expresión consagrada en la Constitución Federal de los Estados Unidos de América, como se ha dicho.
Quizás, ésta es la razón y no otra por la cual las autoridades hablan de vacíos, aunque nadie pone en duda que está prohibido que el periodismo revele asuntos de Estado mediante fuentes ilícitas. Otros se preguntan cómo podría juzgarse a un periodista si existe una legislación frondosa en defensa de la libertad de expresión. Faltaría demostrar con pruebas suficientes si la fuente es ilícita o se ha incurrido en libertinaje. Aun cuando la prensa incurriera en un exceso, no puede haber –en gobiernos democráticos, salvo en dictaduras- censura previa para ejercer la libertad de expresión y de información, sin que eso quite el mérito de una acción penal posterior a la comisión del delito.
Algunos académicos defienden la postura de que la complicación podría estar en la propiedad del material lo cual justificaría la figura de apropiación ilícita o robo de propiedad intelectual, pero aún no ha cuajado ningún argumento convincente. James Boyle, profesor de leyes de Duke University adelanta que si se llegara a publicar el disco duro de un ejecutivo vinculado a un poderoso banco de Estados Unidos –lo cual está previsto para Enero 2011, según anuncios hechos en la prensa-, podría contemplarse la figura de “espionaje comercial”.
Ahora bien, Julián Lassange se mueve entre dos fuegos. De un lado, enfrenta una denuncia penal por violación procedente de Suecia donde supuestamente se cometió el ilícito. De otro, una posible acción judicial por las autoridades de Estados Unidos, pero aun el caso está en investigación. No hay todavía nada concreto. De abrirse un proceso criminal, la pregunta que se hace todo el mundo es si Lassange puede ser extraditado dado que es nacido en Australia, cuyo gobierno ha hecho una defensa tácita de su connacional bajo el argumento que es el mensajero y no la fuente de los documentos que han salido a la luz pública internacional. (continuará…)
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