EL PROBLEMA DEL PODER
JESUS JIMENEZ LABAN
Si algunos creen que las redes desplazaran a los medios tradicionales, otros opinan lo contrario. Así dijeron de la radio con el periódico, de la televisión respecto del cine y el teatro...Y las cosas siguen más o me...nos igual. En realidad, lo que cambia es el recipiente, pero el líquido como contenido es el mismo. La moda ahora es internet y sus redes sociales que trepan a la telefonía móvil, el mundo de los "smart phones".
Los medios se apoyan unos a otros. Por ejemplo, revienta la noticia en los medios tradicionales -prensa, radio y TV- y es casi seguro que haga ruido en las redes sociales y viceversa. Para tener éxito como Shakira hay que estar en los medios tradicionales y en los modernos. Todo junto a la vez. Ambos son complementarios. Pero se ha puesto de moda el salto a la fama desde You Tube. Un video gracioso catapultó, p.e, a Justin Bieber que luego fue devorado por la TV. Todos suman, nunca restan...
Tal como ayer con los medios tradicionales, reaparecen las mismas preguntas sobre las redes sociales y una cultura global, integrada e hiperconectada. ¿Producen estas redes más agresividad social? ¿ Mejoran o vulgarizan el gusto del público? ¿De qué manera las redes sociales están persuadiendo políticamente a sus ciberaudiencias? Recordando los textos de Joseph Klapper, cabría preguntarnos ¿qué es lo que sabemos sobre los nuevos efectos de la comunicación multimediática? ¿Cómo se comunican los pueblos que están atrapados en la brecha digital, el nuevo analfabetismo, sin acceso al conocimiento del siglo XXI? ¿Se puede determinar el grado y alcance de este nuevo poder de las redes?
Responder estar preguntas no es nada fácil, pero es importante conocer sus respuestas. El profesor John Suler, de la Universidad de Rice, quien en su obra "El efecto de la deshinbición en Internet" dice que la red desinhibe a las personas. Es decir, las vuelve más agresivas o más honestas. Basta con recoger el testimonio de bloggeros que reciben comentarios virulentos, agresivos o demasiado francos. Es la influencia de internet.
Respecto a si las redes mejoran o vulgarizan el gusto del público, habría que recordar cómo es que ahora las corporaciones enfocan su marketing, publicidad y propaganda para posicionar sus productos y servicios en el mercado. En cuanto a las redes sociales, los especialistas tienen en cuenta tres cosas. La gente quiere que se le escuche, hay que conversar con ella. Es tiempo de generar contenidos para disipar sus dudas y como en el amor, se reafirmen en lo que han elegido.
Y es que el cliente está ahora hiperconectado. Sabe más que usted acerca del producto que vende. La red, internet, lo vuelve un cliente terriblemente exigente y quiere que usted le ofrezca más de lo que ya vio en la propaganda digital.
Hay que echar la bolsillo al cliente, es decir, saber relacionarnos con él. ¿De qué manera? Desarrollando aplicaciones (software) para premiar su fidelidad (puntos, millas, hacerlo sentir parte de nuestra familia (afinidad/comunidad) y regalarle cursos (capacitaciones, conferencias, entrenamiento)
Ahora bien, ¿de qué manera persuaden estos medios a su auditorio? Internet lo aplana todo y lo dice todo. En algunos casos, redes como Facebook y Twitter tendrían más poder que las Naciones Unidas por sus efectos inmediatos en la política, la guerra, la economía, los negocios y el activismo social. Y poniendo como ejemplo a los políticos, el efecto que tenía la televisión sobre ellos al hacerlos aparecer como héroes, es contrario al que produce internet que los coloca en el llano en un mismo nivel con sus electores.
La pantalla de TV es opuesta a una red social en sus efectos. El poder de las redes sociales no está en las tecnologías sino fundamentalmente en los contenidos que desarrolla el público para el mundo virtual.
Entonces, el poder de los medios modernos no estaría en ellos mismos sino en los contenidos que por ellos se difunde y en su naturaleza de ser omnipresentes, estar en todas partes. Como afirmaban Paul Lazarsfeld y Robert K. Merton, la ubicuidad de estos medios masivos conduce prontamente a muchos a una creencia mágica de su enorme poder.
Lo que está ocurriendo en la sociedad del conocimiento del siglo XXI es más o menos lo que pasó con el cine que percibio Siegfired Kracauer para elaborar su Teoria del Cine, la redención de la realidad física. Con el neorrealismo vino una época en que el cine se convirtió en medio de transmisión de hechos reales de la sociedad que se mantenían ocultos. Algo de esto recogió tardíamente la televisión peruana con "Simplemente María",
"Natacha" o "El Derecho de Nacer" que tocaba a media voz en una sociedad conservadora como la de los años 60. La gente se veia reflejada en las escenas por su realismo como podría pasar ahora con "Al fondo hay sitio" . Millones de peruanos se ven reflejados en esas escenas.
Era esa capacidad que elogiaba Kracauer de construir imagenes vivas sin argumento en documentales, puros reflejos de la vida real. De la misma manera, las redes sociales no ocultan nada, no tienen censura y reflejan sin edición lo que está pasando en un país, ciudad, poblacion o familia.
He escogido este título -El problema del Poder- porque en un proceso de expansión en intensificación los medios de comunicación tienen cada vez más poder, pero al mismo tiempo plantean el problema de su influencia enorme en la sociedad. Y el poder que tienen -insisto-no descansa tanto en su estructura como tal sino más bien en los contenidos.
Este ha sido y sigue siendo un tema curiosidad de casi un siglo desde el abordaje politico del investigador Harold Laswell, pionero de la ciencia política y de las teorías de las comunicación. Si antes la prensa escrita representaba un poder, éste aumentó con la radio y se multiplicó con la televisión, ¿cómo será ahora ese poder con el advenimiento de internet y con ello la proliferación de las redes sociales?
El efecto hipodérmico que los teóricos (Klapper y Lasswell) le negaron a los medios tradicionales del siglo XX, se admite ahora como una analogía para afirmar que el efecto viral de las redes sociales llegaria a la mente de las personas asi como el contenido de la aguja se introduce en la piel del paciente, o sea directamente y sin contrapeso. Por eso mismo, las redes sociales pueden ser un arma de doble filo.
Tal como ayer, en la década de los años 20 en los EE.UU, existe curiosidad por investigar el poder que tienen ahora las redes sociales que han hecho desaparecer las jerarquías y lo han aplanado todo en los negocios, la educación, la diplomacia, la política y la vida cotidiana. Y el reto del liderazgo es hacer contrapesos, construir contenidos para gestionar un cambio.
Conocidos son los efectos de las redes en una sociedad que ha trepado a una economía del conocimiento, pero poco se conoce lo que ocurre detras de la brecha digital, gente que no tiene acceso a infraestructura, telecomunicaciones, acceso al telefono, internet, banda ancha o no está todavía integrada a la sociedad del conocimiento.
Qué hacer, entonces, por la gente que está atrapada en la brecha digital, grupos humanos que quizás nunca conozcan las bondades de internet ni tengan acceso a las redes sociales porque más importante es conseguir medios cómo vivir, cómo conseguir el alimento del dia como primera prioridad.
Es una pena que la crisis esté secando los caños de la caridad internacional. Es decir, se están estrechando los canales tradicionales para hacer donaciones en favor de los que más necesitan.
La crisis económica mundial amenza con paralizar ayuda humanitaria en muchos proyectos. Pero la buena voluntad no se queda en el lamento sino en encontrar nueva formas creativas para seguir recibiendo dinero ayudar a los débiles. Parece no importar recibir todo junto sino de a a pocos el dinero y con imaginación.
Se ha puesto de moda en instituciones, (desde organizaciones sin fines de lucro hasta la protección y asistencia como la Cruz Roja hacer recaudacion de fondos a través de las redes sociales), de microdepósitos en páginas web, canales digitales y mensajes de texto por teléfono, una especie microfilantropía electrónica.
De manera que no debe extrañar ver en el presente y en el futuro usar el facebook como ventana de sensibilización para que más benefactores apoyen causas nobles, el You Tube con espacio de explicación de la causa y el Twitter, una herramienta que mueve voluntades y conciencias y que se puede adaptar a la caridad. Todo valga para que no falten recursos a quienes más lo necesitan.
Los medios se apoyan unos a otros. Por ejemplo, revienta la noticia en los medios tradicionales -prensa, radio y TV- y es casi seguro que haga ruido en las redes sociales y viceversa. Para tener éxito como Shakira hay que estar en los medios tradicionales y en los modernos. Todo junto a la vez. Ambos son complementarios. Pero se ha puesto de moda el salto a la fama desde You Tube. Un video gracioso catapultó, p.e, a Justin Bieber que luego fue devorado por la TV. Todos suman, nunca restan...
Tal como ayer con los medios tradicionales, reaparecen las mismas preguntas sobre las redes sociales y una cultura global, integrada e hiperconectada. ¿Producen estas redes más agresividad social? ¿ Mejoran o vulgarizan el gusto del público? ¿De qué manera las redes sociales están persuadiendo políticamente a sus ciberaudiencias? Recordando los textos de Joseph Klapper, cabría preguntarnos ¿qué es lo que sabemos sobre los nuevos efectos de la comunicación multimediática? ¿Cómo se comunican los pueblos que están atrapados en la brecha digital, el nuevo analfabetismo, sin acceso al conocimiento del siglo XXI? ¿Se puede determinar el grado y alcance de este nuevo poder de las redes?
Responder estar preguntas no es nada fácil, pero es importante conocer sus respuestas. El profesor John Suler, de la Universidad de Rice, quien en su obra "El efecto de la deshinbición en Internet" dice que la red desinhibe a las personas. Es decir, las vuelve más agresivas o más honestas. Basta con recoger el testimonio de bloggeros que reciben comentarios virulentos, agresivos o demasiado francos. Es la influencia de internet.
Respecto a si las redes mejoran o vulgarizan el gusto del público, habría que recordar cómo es que ahora las corporaciones enfocan su marketing, publicidad y propaganda para posicionar sus productos y servicios en el mercado. En cuanto a las redes sociales, los especialistas tienen en cuenta tres cosas. La gente quiere que se le escuche, hay que conversar con ella. Es tiempo de generar contenidos para disipar sus dudas y como en el amor, se reafirmen en lo que han elegido.
Y es que el cliente está ahora hiperconectado. Sabe más que usted acerca del producto que vende. La red, internet, lo vuelve un cliente terriblemente exigente y quiere que usted le ofrezca más de lo que ya vio en la propaganda digital.
Hay que echar la bolsillo al cliente, es decir, saber relacionarnos con él. ¿De qué manera? Desarrollando aplicaciones (software) para premiar su fidelidad (puntos, millas, hacerlo sentir parte de nuestra familia (afinidad/comunidad) y regalarle cursos (capacitaciones, conferencias, entrenamiento)
Ahora bien, ¿de qué manera persuaden estos medios a su auditorio? Internet lo aplana todo y lo dice todo. En algunos casos, redes como Facebook y Twitter tendrían más poder que las Naciones Unidas por sus efectos inmediatos en la política, la guerra, la economía, los negocios y el activismo social. Y poniendo como ejemplo a los políticos, el efecto que tenía la televisión sobre ellos al hacerlos aparecer como héroes, es contrario al que produce internet que los coloca en el llano en un mismo nivel con sus electores.
La pantalla de TV es opuesta a una red social en sus efectos. El poder de las redes sociales no está en las tecnologías sino fundamentalmente en los contenidos que desarrolla el público para el mundo virtual.
Entonces, el poder de los medios modernos no estaría en ellos mismos sino en los contenidos que por ellos se difunde y en su naturaleza de ser omnipresentes, estar en todas partes. Como afirmaban Paul Lazarsfeld y Robert K. Merton, la ubicuidad de estos medios masivos conduce prontamente a muchos a una creencia mágica de su enorme poder.
Lo que está ocurriendo en la sociedad del conocimiento del siglo XXI es más o menos lo que pasó con el cine que percibio Siegfired Kracauer para elaborar su Teoria del Cine, la redención de la realidad física. Con el neorrealismo vino una época en que el cine se convirtió en medio de transmisión de hechos reales de la sociedad que se mantenían ocultos. Algo de esto recogió tardíamente la televisión peruana con "Simplemente María",
"Natacha" o "El Derecho de Nacer" que tocaba a media voz en una sociedad conservadora como la de los años 60. La gente se veia reflejada en las escenas por su realismo como podría pasar ahora con "Al fondo hay sitio" . Millones de peruanos se ven reflejados en esas escenas.
Era esa capacidad que elogiaba Kracauer de construir imagenes vivas sin argumento en documentales, puros reflejos de la vida real. De la misma manera, las redes sociales no ocultan nada, no tienen censura y reflejan sin edición lo que está pasando en un país, ciudad, poblacion o familia.
He escogido este título -El problema del Poder- porque en un proceso de expansión en intensificación los medios de comunicación tienen cada vez más poder, pero al mismo tiempo plantean el problema de su influencia enorme en la sociedad. Y el poder que tienen -insisto-no descansa tanto en su estructura como tal sino más bien en los contenidos.
Este ha sido y sigue siendo un tema curiosidad de casi un siglo desde el abordaje politico del investigador Harold Laswell, pionero de la ciencia política y de las teorías de las comunicación. Si antes la prensa escrita representaba un poder, éste aumentó con la radio y se multiplicó con la televisión, ¿cómo será ahora ese poder con el advenimiento de internet y con ello la proliferación de las redes sociales?
El efecto hipodérmico que los teóricos (Klapper y Lasswell) le negaron a los medios tradicionales del siglo XX, se admite ahora como una analogía para afirmar que el efecto viral de las redes sociales llegaria a la mente de las personas asi como el contenido de la aguja se introduce en la piel del paciente, o sea directamente y sin contrapeso. Por eso mismo, las redes sociales pueden ser un arma de doble filo.
Tal como ayer, en la década de los años 20 en los EE.UU, existe curiosidad por investigar el poder que tienen ahora las redes sociales que han hecho desaparecer las jerarquías y lo han aplanado todo en los negocios, la educación, la diplomacia, la política y la vida cotidiana. Y el reto del liderazgo es hacer contrapesos, construir contenidos para gestionar un cambio.
Conocidos son los efectos de las redes en una sociedad que ha trepado a una economía del conocimiento, pero poco se conoce lo que ocurre detras de la brecha digital, gente que no tiene acceso a infraestructura, telecomunicaciones, acceso al telefono, internet, banda ancha o no está todavía integrada a la sociedad del conocimiento.
Qué hacer, entonces, por la gente que está atrapada en la brecha digital, grupos humanos que quizás nunca conozcan las bondades de internet ni tengan acceso a las redes sociales porque más importante es conseguir medios cómo vivir, cómo conseguir el alimento del dia como primera prioridad.
Es una pena que la crisis esté secando los caños de la caridad internacional. Es decir, se están estrechando los canales tradicionales para hacer donaciones en favor de los que más necesitan.
La crisis económica mundial amenza con paralizar ayuda humanitaria en muchos proyectos. Pero la buena voluntad no se queda en el lamento sino en encontrar nueva formas creativas para seguir recibiendo dinero ayudar a los débiles. Parece no importar recibir todo junto sino de a a pocos el dinero y con imaginación.
Se ha puesto de moda en instituciones, (desde organizaciones sin fines de lucro hasta la protección y asistencia como la Cruz Roja hacer recaudacion de fondos a través de las redes sociales), de microdepósitos en páginas web, canales digitales y mensajes de texto por teléfono, una especie microfilantropía electrónica.
De manera que no debe extrañar ver en el presente y en el futuro usar el facebook como ventana de sensibilización para que más benefactores apoyen causas nobles, el You Tube con espacio de explicación de la causa y el Twitter, una herramienta que mueve voluntades y conciencias y que se puede adaptar a la caridad. Todo valga para que no falten recursos a quienes más lo necesitan.
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