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domingo, 1 de febrero de 2009

SOLO UNA BALA DE PLATA

MAS VALE PREVENIR
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Jesus Jimenez Laban
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El sueño ideal en toda familia es dar educación a los hijos, llegar a acceder a una vivienda, tener carro a la puerta y hacer turismo. Con el boom de créditos hipotecarios, la vivienda fue el sueño hecho realidad en millones de estadounidenses, pero nadie sospechaba que detrás de esa burbuja hipotecaria había irresponsabilidad de los bancos y poco control de los supervisores que olvidaron los acuerdos de Basilea I, que recomendaba en 1998 el capital mínimo contra riesgos bancarios y Basilea II, creado en 2004 para proteger a las entidades frente a los riesgos financieros y operativos.
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Alguien dijo en Davos, el foro económico de los más poderosos del planeta, que estamos como estamos por culpa de la expansión irresponsable del crédito. Por ello, la reflexión profunda de personalidades de la talla de Gordon Brown y Ángela Merkel, tuvo que ver con más regulaciones y menos proteccionismo,[1] bases preparatorias de la nueva arquitectura financiera mundial que no se concretó en la ciudad suiza, pero que tal vez tome cuerpo en la cita cumbre que sostendrá en Abril el Presidente de Estados Unidos Barack Obama con el G-20, el grupo de países más desarrollados del mundo.
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Todos los ojos están puestos en el paquete de estímulo que se implementa en Estados Unidos, potencia que basa el 70% de su PBI en el consumo con alto endeudamiento externo y que se prepara a financiar con bonos el paquete de estímulo de más US$ 800 mil millones.[2] Si hay algo que le reprocha el mundo a Estados Unidos –como dijeron China y Rusia en Davos- es que estamos como estamos porque la crisis empezó en el sistema financiero occidental, fenómeno que ha contagiado a la Unión Europea con consecuencias para China, India –que hasta hace poco se veían como las economías salvadoras- y, tal vez, para Japón y Rusia sin contar la grave recesión que se viene para los países de América Latina, entre ellos Argentina, Brasil y México.
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Es difícil hacer pronósticos en la región porque el escenario cambia cada semana, pero la tendencia es que los efectos de la crisis no serán parejos en la región. Unos se ven más vulnerables que otros, pero en todos los países recorre el fantasma del desempleo, la suspensión de proyectos de construcción, la paralización de las inversiones por los directorios y los efectos del rompimiento de la cadena de pagos en el mundo que vuelven restrictivos a los bancos, a pesar de que se encuentran sanos. Si no hay créditos, los proyectos no caminan. Si los bancos de afuera no cumplen con el pago de las cartas de crédito, los exportadores sufren las consecuencias porque no podrán honrar sus compromisos en sus líneas de créditos y son castigados con una nueva calificación crediticia.
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La crisis externa se ve venir al Perú con efectos más fuertes desde Julio de este año. En cierto modo, tendrán efectos negativos la caída de las remesas –cosa que complica los créditos hipotecarios domésticos-, la caída de los precios de los minerales –bajón del canon y despido de 5 mil mineros entre Diciembre y Enero de este año son los primeros síntomas- y el congelamiento de las inversiones por la crisis de iliquidez que azota al mundo. Todo esto es como una cadena, cuyo último eslabón es el trabajador que es echado a la calle –y con ello el doloroso costo social de familias enteras- por crisis económica de la empresa, baja productividad en su sector, salvo excepcionales mecanismos de re-enganche, de reconversión laboral o aumento de número de horas de trabajo por el mismo sueldo, hasta completar las 48 horas semanales. De ahí la importancia de generar obra publica para amortiguar el declive del empleo.
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La situación del Perú es opuesta al mundo. En efecto, mientras el mundo cae en picada, el Perú sigue en pie con energía y alimentos relativamente baratos, una economía sin activos tóxicos, buen nivel de reservas, bajo endeudamiento público, superávit fiscal, balanza comercial positiva y un robusto 9 por ciento de crecimiento en el 2008, pero eso no nos libera del impacto de la crisis externa que –dependiendo de su peso y su proporción- puede empujar a un déficit comercial –los exportadores están previendo una caída de US$ 5 mil millones-[3], un crecimiento de 6 por ciento –que es bastante- y aumento de deuda externa, si es que usamos los recursos de la banca multilateral –Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y Corporación Andina de Fomento- [4]para sofocar la crisis en caso que el blindaje de 10 mil millones de soles no sea suficiente.
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El problema del país, es el reto del peruano. Como nadie sabe cuánto durará la crisis, hay que guardar pan para mayo. Es necesario reducir los costos de las importaciones y priorizar el gasto social.[5] Es posible que el fondeo de las empresas no sea el convencional y que aprendamos, como en la publicidad de guerrilla, a estirar el dinero, siendo creativos e innovadores. Tenemos sólo una bala de plata para matar al tigre; si gatillamos antes de tiempo, caeremos en los brazos de la fiera. ¡Cuidado!
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[1] DAVOS, Annual Meeting 2009, Suiza
[2] FELIPE ORTIZ DE ZEVALLOS, declaraciones sobre Crisis Económica en Estados Unidos, 2009
[3] CARLOS AMAT Y LEON, tesis sobre Anatomía de la Crisis en Perú, 2009.
[4] MIGUEL INSULZA, América Latina después de Davos. 2009
[5] ELMER CUBA, declaraciones sobre las Perspectivas Económicas para Perú, 2009

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