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domingo, 17 de mayo de 2009

LA ORGANIZACIÓN DE LA CREACIÓN




EXCELENCIA Y MEDIOCRIDAD
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Jesús Jiménez Labán (*)
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Copiar al pie de la letra una idea empresarial –por muy buena que fuere- es dar un paso en falso. La excelencia de hoy, puede ser la mediocridad del mañana.
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Más allá de tener la suerte de ser adecuadamente empleado –posición de la que gozan muy pocos en el Perú-, no basta sentirse cómodo por un excelente honorario, un gran estímulo y buen trato. Se requiere aprender a co-crear, lo que nos conduce a tomar las decisiones por consenso después de que varios cerebros aportan ideas, crean soluciones y hacen la diferencia frente a la competencia.
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Un buen consejo es no desechar las ideas de nadie. En la sociedad del conocimiento que nos impone exigencias de velocidad y tiempo, nada mejor que estar preparado para cazar las mejores ideas, con las cuales podamos generar valor, aportar valor, difundir valor en nuestra vida personal, profesional o corporativa.
Desarrollar un agudo sentido de la organización –planificación, dirección, seguimiento y control- siempre nos permitirá ir con éxito del puesto en que estamos al lugar soñado que queremos.
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Sin embargo, de nada vale este agudo instinto de hacer realidad los sueños si no existe una organización para la creación, es decir, un método propio o adquirido para innovar las ideas que nos sostienen, pero que muy pronto serán obsoletas.
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Es legítimo estar al frente de una organización para hacerla crecer, volverla cada vez más rentable, generar utilidades para los accionistas y directores, mejorar la situación del personal, preocuparse por la calidad del servicio a los usuarios o consumidores. La organización de la creación es también desarrollar capacidades y habilidades para servir a la sociedad, lo que está en línea con la responsabilidad social.
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Lo que debemos hacer–por lo menos hasta la aparición de un nuevo paradigma- para estar blindados frente al fracaso es poner atención a la honestidad intelectual –marcas, patentes, ideas estratégicas y demás-, a la transparencia en los actos financieros y contables, y llevar siempre bajo el brazo un plan de contingencia porque edificamos nuestros proyectos sobre tierra movediza, todo ello ajeno a nuestro control.
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Sin embargo, el “cuco” que asusta siempre es la mediocridad, no por su definición en sí misma sino por los efectos perversos que produce en nuestras vidas y organizaciones. Contra ella existe un antídoto: las nuevas ideas. No las que está estrenando el competidor sino las que salen de los laboratorios de las universidades, de los centros de innovación y de la gestión del conocimiento para no perder el tren. Son las nuevas ideas tras un alineamiento con los nuevos e innumerables códigos de internet y las tecnologías de información con contenidos.
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Necesitamos rodearnos de gente creativa, emprendedora y moderna con nuevas soluciones, vale decir, hombres con pólvora en los cartuchos. Y es que las ideas nos dan dirección, son ellas una permanente brújula para seguir adelante, para que la excelencia de hoy no se convierta en la mediocridad de mañana.
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(*) Presidente de CENTRUM LABAN

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