LA CRISIS DEL PETRÓLEO DEL GOLFO
JESUS JIMENEZ LABAN
La corporación británica British Petroleum (BP) acaba de registrar su peor caída bursátil en 14 años. Hasta el momento el costo del derrame en el Golfo de México asciende 2350 millones de dólares (1900 millones de euros) empleados en contener y limpiar la fuga de crudo, la perforación de pozos de emergencia, la ayuda enviada a los estados afectados, indemnizaciones ya pagadas y las sumas entregadas a las autoridades federales.
La corporación británica British Petroleum (BP) acaba de registrar su peor caída bursátil en 14 años. Hasta el momento el costo del derrame en el Golfo de México asciende 2350 millones de dólares (1900 millones de euros) empleados en contener y limpiar la fuga de crudo, la perforación de pozos de emergencia, la ayuda enviada a los estados afectados, indemnizaciones ya pagadas y las sumas entregadas a las autoridades federales.
Vale recordar que la empresa británica en respuesta a la catástrofe ambiental ha movilizado 37 mil expertos, cuatro mil 500 embarcaciones y unas 100 aeronaves.
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Las emanaciones comprometen unas 500 mil hectáreas. No existe una previsión precisa del monto final de los daños ni de la descapitalización de la multinacional que vale en bolsa unos 180 mil millones de dólares, pero que desde fines de Abril –en que se produjo el desastre- el valor de sus acciones ha caído a la mitad. “Muchos inversores están capitulando desde que BP ha pasado de ser una sólida vaca .lechera que pagaba dividendos a convertirse en una apuesta de alto riesgo”, afirma el conocido analista David Morrison de GFT.
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La marea negra se extiende en 200 kilómetros frente a las costas de Louisiana, Misisipi, Alabama y amenaza con llegar a Florida, mientras es cada vez más difícil salvar a la fauna cuando se calcula que el vertido sería de 100 mil barriles por día en un asfixiado Golfo de México. Uno de los recursos para controlar esta marea negra es la quema del hidrocarburo, lo que generará más emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
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Uno de sus socios la responsabiliza por todos los años por “haber incurrido en negligencia punible y mala conducta empresarial”. Y, por supuesto, deslinda responsabilidades por las muertes que ocasiono la explosión y el hundimiento de Deepwater Horizon.
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Hay quienes señalan que la caída de BP en la Bolsa es una noticia financiera vista como la crónica de una muerte anunciada. Después de ver este descomunal desastre ecológico, resulta pertinente recordar los orígenes del problema: una plataforma petrolera instalada para extraer crudo de las profundidades marinas del Golfo de México sin ningún plan de contingencia, según los críticos.
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Aún es temprano para afirmar si nadie habría hecho un estudio previo de contingencias antes de empezar a extraer el recurso natural.
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Sin embargo, vistas así las cosas, el derrame del petróleo se debería a un error humano por negligencia. Pero en la misma medida a un error humano por falta de control del legislador que no previó en su texto legal una situación como ésta, que, ciertamente, se da con frecuencia en cualquier país del mundo porque las leyes llegan después de la ocurrencia de los hechos, pero para otros esto no justifica el olvido del deber de cuidado. Incluso, el monto indemnizatorio tiene un tope en la legislación americana muy por debajo de las sumas que demandan los deudos de las víctimas y los afectados por el impacto de este desastre, cosa que ha sido superada por el recién creado fondo de 20 mil millones de dólares.
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Sinceramente no parece creíble la versión de que nadie en la empresa previó la emergencia. Aun así, los ejecutivos, que no estuvieron a la altura de las circunstancias, debieron, de algún modo, ser alertados por sus gerentes de operaciones. Ha sido penoso ver como un Presidente ejecutivo se escondía sin solución aparente de las cámaras de televisión mientras otro directivo dirigía directamente la sofocación de la emergencia, hombre fusible de la ira de los accionistas.
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Pese a los esfuerzos por controlar la emergencia, la opinión pública presionó contra la Casa Blanca por supuestamente mostrar cierta debilidad en el tratamiento del caso. Con una opinión Pública en contra, lo que vino después fue la disminución de popularidad del Presidente Barack Obama como consecuencia del desastre ecológico y sus efectos terribles en el ecosistema, incluyendo los negocios, el turismo, contaminación de alimentos y playas y la biodiversidad en riesgo.
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Y para complicar las cosas, se habló insistentemente de una revisión de las relaciones angloamericanas, cosa que fue luego desmentida, pero sirve para explicar la magnitud del problema. Pero también, cosa que será materia de otro análisis, para mirarnos en el espejo de esta crisis y preguntarnos qué tan seguras son nuestras inversiones petroleras en nuestra Amazonía y en el Zócalo continental del Perú.
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