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domingo, 23 de septiembre de 2012

LA JUSTICIA ES EL FIN


LA JUSTICIA ES EL FIN
JESUS JIMENEZ LABAN
 
Primero que nada, hay que dar la bienvenida a la primavera, una estación puente entre el invierno y el verano, y prestar oídos a las recomendaciones médicas por los cambios bruscos de temperatura con que ella se inicia.

No obstante, una excelente temporada para preparar a todo nivel -profesional, académico, político, económico, financiero, doméstico- la agenda del año 2013.

En los sesudos análisis de estudiosos del Perú, veo, como es natural, una disparidad de criterios. Cualquiera de ellos puede tener razón porque el Perú es un país impredecible y de riesgo.

Así lo han visto desde hace más de 50 años políticos, empresarios e inversionistas, de manera que debemos ser conscientes que lo importante es saber flotar para no hundirse, o no perder de vista el timón para no salirse de la vía.

O, lo que es mejor, pisar el acelerador cuando la circunstancia lo amerita o poner el freno cuando se ve un riesgo que puede terminar en crisis o conflicto.

El problema que percibo es que muchos quieren ser candidatos presidenciales cuando todavía no es temporada para ello. Los políticos no son así los mismos. Quiérase o no, buscan "ganarse alguito" para estar en la tribuna electoral. Pero el que pierde es el Perú.

Me da la impresión que todos (as) sueñan con ser presidentes (as), pero de aqui al 2016 hay mucha tela por cortar. El electorado del año 2011 no será el mismo en el 2016.

Habrá más imperio de la libertad a través de la redes sociales, las obras por exhibir y habrá ganado conciencia la importancia de la alternancia en el poder.

Un grupito de operadores políticos no puede estar todo el tiempo en la pasarela. Hay que dejar libre el paso a nuevas generaciones, a los jóvenes, los que empuñan la bandera del emprendedorismo, la ciencia, la tecnología.

Sí, el mapa político puede cambiar muchísimo en los próximos tres años. Será ocupado por líderes que quieren construir el país a partir de una economía del conocimiento.

No se puede estar en elecciones todo el tiempo, hay que trabajar más por el Perú y dejar de pensar en la campaña. Se requiere cohesión política para reducir la conflicitividad social. ¿No estamos viendo acaso que grupos extremistas quieren expandir el conflicto de Conga a otros centros mineros?

Se requiere energía ejecutiva para hacer caminar los proyectos en infraestructura y agroindustria, petroquimica, por ejemplo, para generar puestos de trabajo. Aun no sabemos cómo nos va a afectar la crisis internacional -si es que no nos está afectando ya- por lo que hay estar prevenidos y no gastar las municiones antes de tiempo.

De manera que , modestia parte, no es para mí ningún indicador seguro que el consumo se haya triplicado en los supermercados y que la ola de malls se haya apoderado de provincias.

A mi modo de ver, hay que afinar el enlace entre inversionistas y empresarios y reactualizar diseños de proyectos, poniendo como escenario seguridad juridica, seguridad ciudadana y seguridad en el empleo.

Nadie que sea adverso al riesgo podría estar tranquilo cuando firma el contrato con uno y viene otro para patear el tablero. Del mismo modo, el ciudadano quiere salir de su casa y tener la certidumbre de que va a volver a ver a su familia. Y que el trabajador -no importa a qué segmento socio económico pertenezca- trabaje en función de la inversión de un empresario sin sobresaltos de que lo van a echar a la calle por retiro de inversionistas motivado en un riesgo político, riesgo país.

Pero todo esto puede conseguirse. Miremos con cauto optimismo el tema, pero no dejemos que los grupos extremistas cumplan sus propósitos.

Los veo formar planchas presidenciales, concertar desórdenes en los nervios de la economía y están agazapados pero muy vivos causando daño en el sector educación -pobres niños sin estudiar y sin esperanza de recuperación de las clases perdidas-, así como en salud -nadie niega el derecho a un sueldo digno para un profesional, pero dejar de atender a gente enferma viola el derecho humanitario.

La política es servicio al bien común. Cuando ésta se vuelve tanática, el país se enferma. No queremos un país enfermo sino un Perú robusto y expuesto al mundo. Que los inversionistas y empresarios del exterior vean y palpen que vienen a un tejido politico, economico y social sano y que somos respetuosos de su libertad de elegir, de su dinero, de su propiedad, de su seguridad.

El bien común está por encima de todo. Nadie puede negar justicia cuando el ciudadano la reclama, ni negar salud ni la vida cuando un niño, mujer y hombre están indefensos y moribundos en una sala de emergencia. No hay derecho para dejar abandonados a cientos de miles de niños que necesitan educación, ellos no tienen la culpa de nada. ¡Insolentes! Somos, más bien, nosotros los que rendiremos cuenta ante la historia.

Por eso, me permito sugerir afinar la inteligencia para detectar con cultura prevención a los revoltosos. Sin excesos en violación de derechos fundamentales, una gran tarea de inteligencia puede desbaratar propósitos orientados a paralizar el país. Y en cuanto a estructuras burocráticas -elefantes blancos con derroche- no queda otra que hundir el bisturi en el corazón del problema, reorganizar, reestructurar o refundar, siempre pensando el bien común: la educación, la salud, la seguridad de todos los peruanos...la justicia es el fin.

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