DE LAS EQUIVOCACIONES A LOS ACIERTOS: EL PERU NO ES PARA PODRIDOS, CONGELADOS NI INCENDIADOS
La situación del país es compleja y urge que se intensifiquen los esfuerzos por alcanzar el diálogo y la participación en democracia.
Sí, es muy compleja. Por lo general, quien tiene las riendas del poder se acostumbra a navegar en un mar picado. Hay un banco de problemas que exige sacar cada día una alternativa distinta en un país donde el reclamo, la queja y la denuncia son el pan de cada día.
Lo importante es que el país camine. No se detenga. Un país paralizado por movimientos políticos, huelgas, escándalos, enfrentamientos, choque de poderes, no produce, no aumenta salarios, no genera empleo y por ello mismo no es política ni socialmente estable ni confiable para el mundo de las inversiones.
El conductor de la nave del Estado debe pisar a fondo el acelerador de manera prioritaria en la innovación, en la tecnología, en las nuevas aplicaciones científicas del futuro. Y lo debe hacer con la mira puesta en el ahorro público, la facilidad de los servicios públicos y la atención de las necesidades de 30 millones de habitantes que miran el mundo como fuente de progreso, crecimiento y desarrollo.
Pueden éstas parecer palabras huecas si no aterrizan en pista de concreto. Y para aterrizar con estas ideas, bastaría mencionar la importancia de construir una supercarretera para que se abra paso la economía del conocimiento, una infraestructura para obtener energía limpia y menos costosa. Del mismo modo, construir una plataforma para que inversionistas de todos los polos encuentren en el Perú un Hub que les permita alargar la capacidad de sus negocios y plantas de procesamiento.
La idea es traer capitales, que ensanche las espaldas de industrias de valor agregado, que generen empleo, que dejen sus impuestos en el país y que miren al Perú como aliado estratégico.
Y, claro, no menos importante apurar los procesos para patentarlo todo -si es que no se ha hecho ya y no nos han ganado por puesta de mano- en función de la biovidersidad en el Amazonas, en los granos andinos y de las empresas que con sus productos y servicios -exportación de software, por ejemplo- marcan la diferenciación de los negocios de cara al mundo.
Nada de esto será fácil si siguen enseñoreandose la corrupción (Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo, decía Camus), el odio político y la indiferencia de peruanos por los peruanos. Dice la Constitución en su artículo 38 algo que se ha olvidado o no se quiere recordar: "Todos los peruanos tienen el deber de honrar al Perú..."
Hay que mirar para adelante sin perder de vista el espejo retrovisor.
Por supuesto, nadie aconsejaría no tener en cuenta lo que publica la prensa. Presentadas las denuncias, los problemas o las necesidades, hay que delegar y no ser confiado porque muchas órdenes se dan y no se cumplen en el camino. Como decía el estadista "confío, pero verifico".
Sea como fuere, la agenda no la marca la presión mediática. La agenda nacional la pone el poder elegido. Para eso hay elecciones. Quienes salen elegidos son los que gobiernan.
Pero hay que tener claro lo que siempre recuerdan los grandes pensadores: "Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala".
Quienes no tienen el poder ganado en elecciones, coadyuvan al engrandecimiento nacional sin que eso quite su poder de control político, cosa que debe reforzarse y vivificarse porque nadie es perfecto, más aún en la vida pública. Como decía Lord Acton, "El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente".
Por consiguiente, y por las consideraciones antes dichas, un político que tiene el mando popular debe aprender a hacer acrobacias para avanzar en medio del temporal porque la misión es que el país no se detenga. Es la de unir a los peruanos, no desunirlos ni dividirlos. Que un visionario -que ve lo que otros no ven- envíe más seguido misiones al extranjero -y que vayan los diplomáticos que tienen méritos y no los que ascienden por agua tibia (ver escándalo diplomático)- para captar nuevas ideas, nuevas tendencias y nuevos tecnologías para trazar una estrategia de cómo construir el Perú del 2050, construir una Administración con tácticas que implementen esa estrategia para no soñar despierto y con una fuerza operativa de micro y pequeños empresarios, el nervio y músculo del Perú de ahora y de mediados del siglo XXI.
Sí, los problemas del presente son complejos, pero hay que aprender a distinguir lo más urgente de lo más importante.
Nadie -salvo, como decía Jorge Basadre- los congelados, los podridos, los incendiados)- quiere que el Perú vaya por el despeñadero. Ese no es su destino. Todos juntos -separando a los agentes contaminantes- somos los constructores de un destino más próspero y feliz para nuestras familias, nuestro hijos y nuestros futuros nietos. Así sea.
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