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sábado, 31 de marzo de 2012

PESE A TODO, LA FAMILIA SOBREVIVIRA…

PESE A TODO, LA FAMILIA SOBREVIVIRA…
Jesus Jimenez Laban



En el pasado la ilusión de una mujer era llegar de blanco al altar. Por lo menos en cuanto al vestido de novia era lo que usualmente se pensaba en el siglo XX. Cuesta creer que ese sueño se desvanezca con el paso del tiempo. Si fuera así, tendríamos que comprobar están pasando a la historia la ceremonia, los testigos, la fiesta, los invitados y el saludo a los novios en un gran jardín. En casos cada vez más frecuentes, es cierto el hecho que las bodas sean privadas o se prescinda de ceremonias y protocolos.

Pero el caso no se reduce a un asunto meramente protocolar. Para algunos, lo que está pasando es que el matrimonio tradicional cede su sitio a la convivencia de la pareja –unirse sin casarse-, lo cual también traería complicaciones sociales, culturales y legales. Pareciera que estuviera hablando del Perú, pero no. Me refiero a lo que pasa en muchos casos en Estados Unidos donde la familia y la matrimonio ha sufrido enormes cambios desde las formas conservadoras hasta las que permiten adopciones de menores fuera de un matrimonio clásico en una familia convencional o uniones entre parejas del mismo sexo. 

Y no estaría escribiendo sobre esto si no me interesara “La historia de la ley americana” que es coincidentemente el título de la obra de Lawrence M. Friedman, libro de cabecera de muchos que quieren conocer desde adentro las normas en un momento en que los países firman los tratados de libre comercio con Estados Unidos y hay interés por conocernos mutuamente.

Comúnmente, ya volviendo al tema, la prensa pone en altas los divorcios de las estrellas de Hollywood como si los actores de cine estuvieran alejadas de la realidad que viven miles de familias americanas, aunque esto no quita que familias conservadoras americanas –de los segmentos blanco, negro o hispano- se escandalicen por matrimonios rápidos y fáciles de romper, especialmente los que proceden de creencias religiosas en el sentido que ello es “vivir en pecado” tal como muestra la realidad en Nueva York, Carolina del Norte y California entre otros.

Pero atrás queda la tradición y cada vez más jóvenes quieren vivir a su manera. Esta realidad se vuelve más complicada cuando hay de por medio niños, propiedades en común desde casa, auto, bonos, acciones, herencias o legados. Hay dinero, patrimonio, bienes de por medio de manera que las cosas han estado siempre hechas para vivir toda la vida. Pero el mundo ha cambiado y el derecho, aunque llega a veces tarde, también cambia.


En muchos estados, dice la obra, abundan las causales del divorcio tales como el adulterio, la violencia doméstica, los trastornos de personalidad o aquello que hace imposible una vida en común después de una infidelidad, del abandono o una opción sexual una pareja le ocultaba a la otra. 


Causales como éstas pueden hacer que el marido pierda todas sus propiedades y que la mujer se quede con todo o con gran parte. Se acabó el amor y eso tal vez empiece desde antes de la boda cuando uno le susurra al oído y le dice “te amo, pero primero firma aquí”. Es decir, “nos amamos pero mejor vamos al matrimonio cada uno con nuestros bienes separados lo que en Perú se llamaría separación patrimonial. 

En un extremo, si se acabó el amor, todo lo demás es cálculo como el contratar fotógrafos para tener la foto precisa –causal clara de adulterio- ante los ojos de un juez, cosa que muchas veces ha resultado engañosa como prueba cuando una de la partes actuó de mala fe y sorprendió a la autoridad. En el otro extremo, el esposo termina siendo sentenciado pero no cumple la sentencia y por ello mismo la mujer –madre de varios hijos- no puede atender a la familia ni a ella misma, cosa peligrosa en estado de necesidad, por obvias razones. 

Resulta difícil afirmar si la familia está en crisis o es el matrimonio el que está en crisis. Sea como fuere, primero fue debilitada con la píldora de los años 50, luego con la revolución sexual de los años 70. Poco después con la simplificación del divorcio, es decir, la ley se hizo más flexible para separarse y romper el vínculo matrimonial.

Y, ahora ultimo, con los matrimonios gay, para decirlo con más propiedades las uniones entre parejas del mismo sexo. Aún así, pese a todas las batallas ganadas y perdidas y una dura prueba para los valores tradicionales, la familia sobrevivirá. 




Por supuesto, qué duda cabe- creo que Estados Unidos es un gran país y soy respetuoso del pueblo americano. Pero permítanme terminar con la obra de Lawrence. Dice que al final de la centuria (siglo XX) se nota de muchas maneras que la familia esta en crisis. Más y más jóvenes de parejas no casadas.

El ser humano tendrá necesidad de un espacio humano donde anide sus valores –de él mismo y los de sus hijos y demás seres queridos-, fortalezca la comunicación, mutualidad y una vida compartida y no en soledad para toda la vida. No es bueno que el hombre, como dice el mandato supremo, viva solo. Por eso, se dice que en un matrimonio hay tres personas: el hombre, la mujer y la tercera persona formada por los dos. El libro destaca, por último, que la ley es el espejo de la vida y la ley de la familia debe ser el espejo de la vida de familia.


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