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jueves, 4 de agosto de 2016

LOS ARCHIEANANOS: DE COMO LOS PERUANOS SE HACEN GRANDES EN EL MUNDO

PERUANOS

JESUS JIMENEZ, presidente de CENTRUM LABAN, la nueva frontera en inversiones, negocios e información

Sus padres son analfabetos. El,  con las justas, sabe hablar.  Cuando habla, dice lo que siente.  No tiene estudios, pero tiene equipo de trabajo.  Sabe liderar.   Ahora, en virtud de su habilidades con competencias, es un exportador de banano que envía 500 containers cada año.

José Lecarnque es un peruano que vivió toda su vida en una chacra. Pero allí está el talento, la garra, el empuje de hombre de negocios. 

Deberíamos tomar como un modelo a este empresario para quien más importante es tener la seguridad de "poder hacerlo" que el mismo dinero.  Podría parecer una frase cumplidora, pero la imagen de un hombre es como un imán de dinero.   

Cuando Jose exporta bananos, hace que se peleen franceses e ingleses que tienen distintas ópticas para analizar el producto.  Unos se fijan en la envoltura, en tanto otros en el fruto mismo,

Con tanta cotización en el mercado, el importador le pasa el dinero a Jose  por adelantado, de US$ 100.000 a 100.000 dólares, de manera que cuando un extranjero le otorga confianza en un peruano, es un corazón de Dios. 

Como Lecarnaque en la agricultura también existen peruanos que han colocado en los principales anaqueles del mundo un producto peruano.  Lo han hecho bien en línea con la marca país.

María del Carmen de Allpa dice que la primera vez que le vino un contrato fuerte para artesanías, se asusto por la cantidad en productos que le pedía el importador.  "Era un montón  de dinero cuando ellos eran todavía "archienanos", comenta con una sonrisa", dando la cara a una investigación de Promperu. 

Pero los negocios internacionales son eso precisamente: pedido sorpresivo, volumen, alta ganancia. Ella se hizo de un nombre vendiendo "nacimientos". 

Miles de nacimientos salen desde el puerto de origen peruano hacia el resto del mundo, diferentes puertos de destinos.  Sus clientes son cautivos por la calidad de sus productos ganada a pulso. 

También existen directivos de ferias, como la de EE.UU, que invitan a expositores peruanos para dar realce a sus eventos.  Todo esto es una rareza.

Tal es el caso del empresario textil Ramon Veliz de Cotto Project a quien el propio fabricante Armani en Italia no le pone controles para ingresar a los almacenes.  Basta que sea producto textil peruano –dice-  para que tenga la puerta abierta.

Con estos ejemplos me queda en la memoria el joven agricultor que después de vivir en una chacra lejana nunca se imagino terminaría como exportador fletando buques repletos para enviar su mercancía a su destinatario.   Ahora se dedica a participar en misiones comerciales, ferias de negocios, ruedas de negocio, todo el ecosistema de un exportador.

También la señora que nunca había tenido tanto dinero en su manos hasta que la suerte le toco la puerta, el reconocimiento a su esfuerzo.  O aquel empresario que por preocuparse de la calidad, la honestidad en la venta, el cumplimiento de los plazos, es valorado en Europa. 

Los negocios internacionales no hacen distinciones entre pobres y  ricos.  Basta que tenga uno un buen producto, volumen, capacidad de poder ofrecerlo, pero principalmente una buena imagen como personas, profesionales, hombres de negocios. 


Aprender a hacer las cosas bien –practicar los negocios éticos-, estar siempre listo para pedidos cuantiosos o construir imagen internacional, son puntos infaltables en el éxito de los negocios internacionales.    

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