JESUS JIMENEZ, presidente de
CENTRUM LABAN, la nueva frontera en inversiones, negocios e información
¿Que destino le espera a la
globalización? Ninguno fuera de lo normal. No hay cambios Su destino es el
mismo. Lo que se empieza se termina, dirán unos.
Otros, en cambio, quisieran que
la globalización se revierta, que todo se vuelva local.
La globalización está bajo
asalto, dice Fortune, pero es más necesaria que nunca. No se puede dar un
frenazo al proceso de globalización como no se puede parar un camión que corre
a alta velocidad.
La globalización, una de las
tendencias económicas más fuertes en los últimos cincuenta años, tiene enemigos
dentro.
Uno de ellos es el terrible
declive de los precios internacionales del petróleo. Otro, el empoderamiento
del dólar, un lastre para las compañías que prevén seguirá empinado por muchos
años. Otro, el estancamiento de China.
De los tres, siguiendo a
investigadores de Fortune, el que está causando más estragos es el dólar. Un
dólar fuerte afecta los negocios.
Más aun, las protestas contra la
globalización se han agudizado con el Brexit, el retiro de Reino Unido de la
Unión Europea, algo que ha debilitado el proceso, pero no lo pulveriza.
Los votantes -tanto de Estados
Unidos como de Reino Unido- piensan que este sistema les quita puestos de
trabajo, pero en realidad sus vidas dependen de la globalización.
Glencore, dedicada a la
compraventa y producción de materias primas y alimentos del mundo, da un
testimonio de que es irreversible el proceso.
Glencore está en todas las
facetas conectadas a nuestras vidas hiperconectadas. Sus ramificaciones están
en todas partes.
Está envuelta globalmente en
todos los puntos. Desde cargar un teléfono celular, encender la computadora, el
interruptor de la luz, conducir un coche, montar en un tren, tomar un vuelo,
comer un plato de cereal o sushi, beber un café azucarado.
La compañía opera en todo el
mundo para que esto suceda.
Sin embargo, para otros, la
necesidad de globalización a la luz de lo antes dicho no concuerda con la otra
realidad en la que los políticos castigan o abandonan los acuerdos comerciales.
Nadie al parecer defiende la globalización, existen voces que defienden un
replanteamiento de la situación.
Es cierto que la economía de
Estados Unidos tiene problemas. Que las ventas totales producidos por empresas
de la lista cayeron un 11,5%, a $ el 27,6 billones de dólares en 2015.
Es verdad que el 27 por ciento de
las compañías que existen en todo el mundo está en EE.UU con 134 vs 103 de
China.
También es cierto que la mayor
cantidad de ingresos es registrada por las empresas públicas en el mundo -según
las lista 500 de Fortune-, pero la globalización es una realidad que
difícilmente tendrá un retroceso por su hiperconectividad.
A la luz de estas reflexiones,
queda claro que tanto en EE.UU como en el Reino Unido le echan la culpa a la
globalización por la pérdida de sus trabajos. Pero estas alturas el mundo está
demasiado interconectado que han imposible que los países vuelvan a cerrar sus
fronteras, se defiendan solos como islas.
.Gran parte del problema se
explican por tres factores. El dólar que inquieta los mercados, desaceleración
china que preocupa a los países emergentes, así como los precios deprimidos de
la energía con un petróleo con bajos precios en los próximos años.
La globalización es un fenómenos
que ha echado raíces en lo económico, financiero, cultural, tecnológico, pero
extraña que la empresa pública tenga más ganancias en el mundo o que el
empresariado en todo el mundo cambie de manos con consecuencias insospechadas.
Aunque las protestas son
crecientes y la revisión de acuerdos de promoción comercial puede ser parte de
la propuesta política, la globalización está aquí y ha venido para quedarse.
Con información de Fortune
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